







En la margen del embalse Casa de Piedra ya hay casi 200 hectáreas y se proyecta sumar 800 más. En Río Negro destacan la gran inversión estatal.


Un informe del diario Río Negro destacó el desarrollo de la producción pampeana de pistachos, impulsada por un microclima único y una fuerte inversión estatal. En la margen del embalse Casa de Piedra, compartido con la provincia de Río Negro, el emprendimiento Pampapist SRL ya cuenta con casi 200 hectáreas cultivadas y proyecta sumar entre 700 y 800 más en los próximos dos años.
La firma nació en 2020 a partir de una conexión familiar con productores de Castilla-La Mancha, en España. "El emprendimiento surge por esas coincidencias de la vida", relató Santiago Gutiérrez, uno de los titulares. Su hermana Agustina, radicada en Francia, formó pareja con un integrante de una familia pistachera, lo que motivó a la familia a investigar sobre el cultivo en Argentina.
Tras visitar varias zonas, Casa de Piedra resultó el lugar ideal. "Nos maravillamos con la inversión que se había hecho allí y con la viabilidad del suelo y del clima", explicó Gutiérrez. El apoyo técnico de su padre Fernando fue clave en el desarrollo del proyecto.
Ventajas.
Las ventajas comparativas del lugar se sustentan en tres pilares: suelo virgen, clima adecuado y agua en cantidad y calidad. Según la ingeniera agrónoma Rosa de Lima Holzmann, del INTA Alto Valle, las tierras poseen condiciones ideales para el desarrollo del pistachero: suelos franco-arenosos, profundos y sin presencia de patógenos.
El clima también favorece este tipo de cultivo: inviernos fríos, veranos calurosos, escasa humedad y predominancia de vientos, fundamentales para la polinización cruzada entre ejemplares machos y hembras. Además, el embalse genera un microclima que evita las heladas tardías, un factor que afecta a otras regiones productoras como el Alto Valle de Río Negro.
Diferencias.
Aunque el informe de Río Negro indica que aún restan estudios sobre el margen sur del dique, en principio la producción también sería viable en territorio rionegrino. Sin embargo, la diferencia clave radica en la inversión estatal. La provincia de La Pampa construyó una estación de bombeo y un acueducto para riego valuados en más de \$15.000 millones, capaces de abastecer hasta 10.000 hectáreas con agua presurizada y filtrada, sin necesidad de energía eléctrica.
"Cada lote grande es de 50 hectáreas y tiene su propia bomba. Se le da a cada productor el agua en la cabecera de su lote, así que lo único que tiene que hacer es diagramar su propio sistema de riego", explicó Gutiérrez. Esta infraestructura permite que el costo de inversión inicial por hectárea sea entre un 50% y un 60% menor que en San Juan (entre US\$13.000 y US\$14.000 frente a los US\$30.000–US\$35.000 en esa provincia).
Oferta internacional.
El mercado internacional del pistacho presenta una oferta insuficiente y una demanda en crecimiento, lo que lo convierte en el fruto seco más caro del mundo: el kilo se cotiza en torno a los US\$10. A partir del décimo año desde la plantación, una hectárea puede generar ingresos de hasta US\$30.000 anuales. La planta puede vivir más de un siglo.
A esto se suma su elevado valor nutricional: es el fruto seco con mayor contenido de proteínas y fibra, el de menor grasa, y aporta hierro y fitoesteroles beneficiosos para la salud cardiovascular, según el Laboratorio CSR.
Argentina tiene una ventaja competitiva clave: su ubicación en el hemisferio sur le permite producir a contraestación del 90% del mercado mundial, dominado por el hemisferio norte. Además, la cercanía con Brasil, donde no se puede cultivar pistachos por razones climáticas, abre una oportunidad estratégica en Sudamérica.

















