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Historias de la Patagonia: Cuando los hermanos Kirchner se revelaron contra el gobierno nacional por los altos impuestos que debían pagar

Historias de la Patagonia 08 de septiembre de 2022 Redacción1 Redacción1
el matrero

Corría el año 1933 y mientras en Londres se firmaba el pacto Roca-Runcimán y en el país se desplegaba un imponente marco para las exequias de Irigoyen, el incipiente Río Gallegos con su escaso millar de pobladores sufría la presión impositiva que sus habitantes, junto con otros desperdigados en el interior, no estaban dispuestos a tolerar, escribe Mario Novack en sus historias de la Patagonia.

Por ese motivo un grupo de alrededor de 100 ciudadanos formalizaron una nota que el 4 de noviembre de ese año le enviaron al Ministro de Hacienda de la Nación, el Dr Federico Pinedo, en la cual le manifestaron la imposibilidad de seguir pagando impuestos. La nota, que para entonces constituía todo un acontecimiento rayano en la desobediencia fiscal, salió en el único vuelo que partía en esos años desde la Patagonia rumbo a la Capital Federal .

Carlos Kirchner, su hermano Claudio Kirchner y César Huerta encabezaron el listado de ciudadanos que le dijeron al funcionario nacional que estaban hartos de pagar impuestos confiscatorios mientras hacían patria en este alejado confín.

Bajo el título “Los vecinos de Río Gallegos envían un Memorial al Ministro de Hacienda”, adelantaba la acción que remataba con un pensamiento popular de los habitantes de entonces “ya no es posible pagar tantos impuestos” recalcaba a renglón seguido.

 En la bajada el diario expresaba “En el avión de mañana, firmado por numerosos vecinos, comerciantes, industriales y profesionales será remitido al Ministerio de hacienda un extenso Memorial”.

A cinco columnas en página 3 “La Unión” le daba al suceso una preponderancia inusual y destacaba con argumentaciones clara la decisión del grupo de vecinos entre los cuales mencionaba a Carlos y Claudio Kirchner, César Huerta, Antonio Adróver, Ángel Banciella, Severino Camporro, Laureano García, B.W Cook, Juan Pátterson, entre otros.

El titular de la Subprefectura escucha con atención, mientras un subalterno les sirve un café bien renegrido, de esos ideales para terminar de despertar en la mañana. Al tiempo que le avisan que se encuentran en la oficina de sumarios los tres máximos oficiales del Buque “El Matrero”.

“Bueno, de las decisiones del gobierno nacional para aliviar la presión todavía no se sabe nada, así que pasemos a lo nuestro, apura Hilarión Lenzi, Que se sabe del naufragio del buque…?

 “Antes de eso le voy a comentar la sorpresa de los bailanteros que salían de la tertulia musical, por los carnavales de la ciudad que encontraban latas de querosén flotando que llegaban a la playa de Río Gallegos, desde la otra orilla. Es que el buque traía de todo: kerosene, naftas y otros combustibles, hasta los destinados a los aviones.”

“No era una aparición mágica. Se trataba de las consecuencias del naufragio del Buque Tanque “Matrero”, encargado de proveer de combustible a las localidades portuarias de la línea Sur, teniendo a nuestra ciudad como escala de esa actividad. La rica tradición oral, pone el relato de Isabel Almonacid, que años después contaba con lujo de detalles lo vivido ese día y los posteriores.

El episodio se había producido exactamente a la hora 07,00 del día 18 de Diciembre en el sector conocido como Paso Remolinos, cercano a Punta El Gancho. La ría local, por su carácter aluvional posee numerosos bancos de barro y arena que tornan dificultosa su navegación. De esto dan fé muchos y reconocidos navegantes. 

Con precisión de inventario el Teniente de Navío Modesto Lacumberry, del Trasporte ARA Patagonia enumera la carga que consta de “380 toneladas de carga de inflamables, de las cuales 350 iban estibadas en las bodegas y las 30 restantes en Cubierta, formando una troja de un metro y medio de alto”. 

Estos datos se desprenden del sumario instruido por el Juzgado Federal, que destaca la importancia de esta carga, proveída por las compañías petroleras Astra e YPF, destinada a resolver la provisión de kerosén, nafta para vehículos y también nafta para aviación.

El buque había partido cuatro días antes de Caleta Córdova, en inmediaciones de Comodoro Rivadavia, cumpliendo un derrotero previamente establecido. En el naufragio se vivieron momentos tensos, el mayor de ellos relatados por uno de los tripulantes encargados del mantenimiento del cuarto de máquinas, que no se había dado cuenta del naufragio. 

Cuenta es su declaración que resolvió salir a cubierta al haber escuchado el alboroto y se enteró en el momento que ya todos habían abandonado el buque a bordo de los botes salvavidas, debiendo alcanzarlos a nado. 

Conocido el accidente los tripulantes fueron rescatados por la Balandra de bandera Argentina “Priscilla” y al día siguiente, en medio de los festejos, se intentó salvar a la embarcación remolcándola a puerto, operativo que fracasó quedando volcado definitivamente en el banco “Del Sud”, imagen que registra la historia en distintas fotografías.

Previamente pudieron ser rescatadas algunas pertenencias de los tripulantes y elementos del buque, que se encontraron en estado deplorable por el accidente, de acuerdo a lo indicado en la actuación judicial. La goleta «Emma», al rescate. *Bien podríamos dar por terminado este naufragio aquí, pero debemos tener en cuenta que este buque debía transportar y entregar en varios puertos una carga de gran valor para la época como era el combustible. 

Si bien una parte de esta fue recuperada, el resto quedó a flote en la zona de Punta Loyola. Es aquí donde toma parte en esta historia la goleta «Emma», la cual se encontraba rumbo al Puerto de Ushuaia. Esta embarcación estaba varada, el día 22 de Diciembre, en la zona de Punta Loyola esperando viento propicio para continuar la navegación, ya que debía realizarla a vela por no contar con su motor. 

Esa tarde, el Capitán de la misma, Federico Lorenzo Larsen, avistó cajones y barriles flotando en el río, por lo cual tomó la decisión de arrear un bote con el fin de salvar la carga que se encontraba a la deriva; de esta manera consiguió rescatar cuatro tambores de nafta de unos 200 litros aproximadamente cada uno, tres tambores de gasoil de la misma capacidad, 23 cajones y medio de nafta y un cajón de kerosene. 

Sin embargo, el oficial supuso que a lo largo de la costa, desde Punta Loyola hasta Cabo Vírgenes quedaron más bultos, los cuáles no les fue posible recuperar por el mal tiempo. En un gesto honorable, el Capitán Larsen entregó todos los bultos rescatados a la Autoridad Marítima, Enrique L. López: Subprefecto de Ushuaia.

Por su parte, en Río Gallegos, la preocupación que surgía era proveerse rápidamente de los combustibles que eran vitales para la industria, el desplazamiento vehicular y los vuelos, tanto oficiales como de aeronaves particulares.

Estas eran las consecuencias del siniestro registrado en la costa norte del Río Gallegos. El “Matrero” volcado, hoy puede ser observado desde el borde costero de la ría local y muestra su grado de deterioro como producto del paso del tiempo. 

Fuente: Mario Novack-Nuevo Día.

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