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El único delegado y heredero político de Juan Domingo Perón estuvo preso en Ushuaia

Historias de la Patagonia 24 de septiembre de 2022 Redacción1 Redacción1
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En Caracas, el 2 de noviembre de 1956, Juan Domingo Perón redactaba un documento mediante el cual por única vez en toda su trayectoria política designaba no sólo un delegado sino un heredero. Por ese documento, autorizaba al “Compañero Doctor John William Cooke (…) actualmente preso por ser fiel a su causa y a nuestro Movimiento” a asumir su representación en todo acto o acción política. Cooke quedaba así investido de la autoridad delegada por Perón ante “la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el exterior”. Y lo más contundente de la carta: “En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando”. No era una posibilidad del todo remota. Poco después, en marzo de 1957, Perón se salvó por casualidad de morir en un atentado (una bomba hizo volar el auto en el que debía desplazarse).

Así comienza la historia.

John William Cooke de ascendencia irlandesa, había nacido en La Plata el 14 de noviembre de 1919, y su padre era un ex referente radical que se había sumado al gobierno de Edelmiro Farrell en el área diplomática, le decían “el Bebe”. El sobrenombre le valía por haber sido el diputado más joven de la bancada peronista en 1946: cuando Juan Domingo Perón llegó por primera vez a la presidencia de la Nación tenía solo 27 años.  Murió, 48 años después, por un cáncer fulminante en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.

Cumplido su primer mandato de diputado, se dedica a su profesión, la abogacía, y a la docencia. En 1954 lanza una revista, "De Frente", en la cual inicia la que será una de sus principales actividades: escribir.

Pero no era solo un hombre de letras, también era un hombre de acción. Cuando la Marina bombardea la Plaza de Mayo en junio de 1955, en un primer intento de derrocamiento de Perón, corre arma en mano a defender el gobierno. Perón lo convoca entonces y lo nombra interventor del Partido Justicialista de la Capital Federal para reorganizarlo. Pero a los pocos meses se produce el golpe de septiembre del 55, lo que se denominó Revolución Libertadora. 

Cuando Perón se exilia en Paraguay, Cooke es uno de los primeros dirigentes que se pone a sus órdenes y que, junto con César Marcos y Raúl Lagomarsino, organiza el primer Comando Nacional de la Resistencia. De hecho, este peronismo de la clandestinidad -forzada por la persecución y proscripción al movimiento, sus referentes y sus símbolos- estuvo inicialmente en manos de cuadros de segunda línea que ocupan el lugar dejado vacante por los más veteranos, algo apoltronados. “Mis dirigentes estaban demasiado adocenados para ser eficaces”, dirá luego Perón.

Muy pronto, en octubre de 1955, Cooke es arrestado y encarcelado en la ya desaparecida Penitenciaría de la avenida Las Heras. Durante el siguiente año y medio, será “paseado” por diferentes cárceles del país -Ushuaia, Río Gallegos, Caseros en la Capital, de nuevo la Penitenciaría, de nuevo Ushuaia y finalmente Río Gallegos-, en un periplo que incluye un simulacro de fusilamiento y su posterior fuga hacia Chile el 17 de marzo de 1957 en compañía de otros peronistas encarcelados como él luego del derrocamiento de Perón: el empresario Jorge Antonio, el futuro presidente Héctor Cámpora, el activista nacionalista Guillermo Patricio Kelly, el ex secretario general de la CGT José Espejo y el ex diputado y dirigente sindical petrolero Pedro Gomis. pero esta será parte de otra historia... 

Desde mediados de junio del 56, Cooke y Perón habían logrado establecer contacto epistolar pese a estar uno encarcelado y el otro desterrado.

Así, en Caracas, el 2 de noviembre de 1956, Perón redacta un documento mediante el cual por única vez en toda su trayectoria política designa no sólo un delegado sino un heredero. Por ese documento, autoriza al “Compañero Doctor John William Cooke (…) actualmente preso por ser fiel a su causa y a nuestro Movimiento” a asumir su representación en todo acto o acción política. Cooke queda investido de la autoridad delegada por Perón ante “la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el exterior”.

Y lo más contundente: “En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando”. No era una posibilidad del todo remota. Poco después, en marzo de 1957, Perón se salvó por casualidad de morir en un atentado (una bomba hizo volar el auto en el que debía desplazarse).

En una carta a Alejandro Leloir, último presidente del PJ, fechada en marzo de 1957, Perón explica su decisión: “El doctor Cooke fue el único dirigente que se conectó a mí y el único que tomó abiertamente una posición de absoluta intransigencia. (…) En los primeros días del año 1956, perdidos todos los contactos con los dirigentes de la Patria, mientras estaba exiliado en Panamá, establecí conexiones y enlace con el doctor John W. Cooke (…) Fue por su intermedio que pude vivir la situación y hacer llegar mi palabra a los compañeros de todo el país”.

John William Cooke morirá en 1968 en Buenos Aires. Su viuda, Alicia Eguren, será secuestrada y asesinada por la dictadura en enero de 1977.

En septiembre de 2014, las cenizas del legendario "Bebe" Cooke fueron arrojadas al Río de la Plata, según el deseo que él mismo había expresado.

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