


8M: la resistencia femenina que hace medio siglo llevó a la ONU a reconocer la fecha como símbolo de la lucha por la igualdad
Actualidad08/03/2025
No quedaron registros de los cánticos que, con toda certeza, entonaron las obreras textiles de Nueva York cuando salieron a las calles entre 1908 y 1911 para protagonizar algunas de las primeras huelgas lideradas por mujeres. Exigían reducción de la jornada laboral, igualdad salarial—los hombres en los mismos puestos cobraban más—, horario de lactancia y la creación de un sindicato.


Esas jornadas, marcadas por la tragedia y la represión, se convirtieron en un símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Su origen está ligado a la resistencia de aquellas trabajadoras que, además de reclamar mejores condiciones laborales, exigían el derecho al sufragio y el reconocimiento de sus derechos políticos y sociales. Con el tiempo, la fecha se consolidó como un emblema global de resistencia, evidenciando las desigualdades de género que aún persisten en distintos ámbitos.
En 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas oficializó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, (que había sido institucionalizado dos años antes, en 1975), reforzando su significado como una jornada de reflexión, reivindicación y acción por la equidad. Desde entonces, la fecha es motivo de movilización en todo el mundo: marchas, huelgas y actividades visibilizan la violencia de género, la brecha salarial, la precarización laboral y otras formas de discriminación que siguen afectando a las mujeres.
El inicio de la lucha obrera feminista
A finales del siglo XIX y principios del XX, el trabajo en las fábricas era extremadamente duro y precario, especialmente para las mujeres. Las jornadas llegaban a 16 horas diarias, los salarios eran miserables y considerablemente inferiores a los que percibían los hombres. No existían condiciones de seguridad, los espacios eran insalubres y las trabajadoras carecían de representación sindical o voz en las decisiones políticas.
Frente a esta realidad, las obreras comenzaron a organizar huelgas y protestas en distintos países. Uno de los antecedentes clave del 8 de marzo fue la huelga de trabajadoras textiles en Nueva York en 1908, donde miles de mujeres—muchas de ellas inmigrantes— salieron a las calles exigiendo reducción de la jornada laboral, salarios justos y el derecho al voto.
En esa movilización nació el lema “Pan y Rosas”, que resumía sus demandas: el pan simbolizaba la lucha por condiciones económicas dignas, mientras que las rosas representaban el derecho a una vida mejor y el reconocimiento de su dignidad. No solo reclamaban sobrevivir, sino trabajar con justicia y vivir con dignidad.
Pero la represión no tardó en llegar: las manifestantes fueron brutalmente golpeadas, arrestadas y perseguidas. Sin embargo, su lucha dejó una marca imborrable. Aunque sus demandas no se atendieron de inmediato, la resistencia que pusieron inspiró futuras movilizaciones y fue clave en la lucha por los derechos laborales y políticos de las mujeres.
El lema “Pan y Rosas” resurgió con fuerza en 1912, cuando las trabajadoras textiles de la ciudad de Lawrence, en Massachusetts, lideraron una huelga histórica con la misma consigna. Desde entonces, la frase se convirtió en un símbolo de la lucha feminista y obrera a nivel mundial.
Mientras eso ocurría en Estados Unidos, en distintas partes del mundo, las mujeres también exigían igualdad de derechos en otras áreas. En Europa, las sufragistas luchaban por la participación política de las mujeres, mientras que en América Latina surgían los primeros movimientos feministas. La convergencia de estos esfuerzos consolidó el 8 de marzo como un día de reivindicación.
El incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist, la tragedia que impulsó el cambio
El 25 de marzo de 1911, una tragedia sacudió Nueva York y marcó un punto de inflexión en la lucha por los derechos laborales. Un voraz incendio arrasó los tres últimos pisos de la fábrica Triangle Shirtwaist, donde quedaron atrapadas más de 140 trabajadoras: las puertas estaban cerradas con llave. Esa práctica era común en los dueños que pretendían controlar a las empleadas, a las que más de una vez acusaban de robo. Sin salidas de emergencia accesibles, las llamas y el humo sellaron el destino de las obreras.
Días antes del siniestro, miles de mujeres en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza habían marchado exigiendo mejores condiciones laborales, derecho al voto y el fin de la discriminación en el trabajo. Sin embargo, en la fábrica Triangle, estas demandas fueron ignoradas.
A las 16:45, el fuego se propagó rápidamente por los pisos 8, 9 y 10 del edificio Asch. Las trabajadoras murieron calcinadas, asfixiadas o aplastadas por los escombros. Algunas, en un acto desesperado, se arrojaron por las ventanas, en una escena que horrorizó al mundo. Pauline Pepe, una de las pocas sobrevivientes, recordaría años después: “Todo estaba lleno de cuerpos. Fue terrible, nunca lo olvidaré”.
El 11 de abril de 1911, los propietarios de la fábrica, Isaac Harris y Max Blanck, fueron acusados de homicidio culposo, pero en diciembre fueron absueltos. Años después, en 1917, solo fueron obligados a pagar 75 dólares por cada víctima.
A pesar de la impunidad, la tragedia provocó cambios en la legislación laboral de Estados Unidos. Se impulsaron nuevas normas de seguridad industrial y se fortalecieron los sindicatos femeninos, marcando el inicio de una nueva era en la lucha por los derechos de las trabajadoras.
El reconocimiento de la ONU
Las luchas obreras femeninas comenzaron en el siglo XIX, pero la institucionalización del Día Internacional de la Mujer tardó décadas en concretarse. En 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, la activista alemana Clara Zetkin propuso establecer una jornada de conmemoración para la lucha de las mujeres, aunque sin fijar una fecha específica. A partir de 1911, diversos países comenzaron a adoptar el 8 de marzo como un día de protesta y reivindicación.
Sin embargo, fue recién en 1977 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas oficializó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. La decisión se enmarcó en la declaración de la “Década de la Mujer” (1975-1985), impulsada por la ONU para promover la igualdad de género en todo el mundo. Durante esa asamblea, celebrada en Nueva York, se subrayó la necesidad de reconocer los aportes de las mujeres en la sociedad y la economía, así como la urgencia de tomar medidas concretas contra la discriminación y la violencia de género.
El reconocimiento de la ONU consolidó el 8 de marzo como una jornada de movilización a nivel global. Desde entonces, muchos países adoptaron políticas para visibilizar las problemáticas de género y avanzar en la equidad. Sin embargo, la lucha continúa: cada año, millones de mujeres salen a las calles para exigir que los derechos conquistados se cumplan y que las desigualdades estructurales aún vigentes sean erradicadas.
Es por esto que Día Internacional de la Mujer es más que una conmemoración: es un símbolo de resistencia y una llamada a la acción. Desde las primeras huelgas obreras hasta las movilizaciones actuales, las mujeres demuestran que el camino hacia la igualdad exige organización, resistencia y compromiso. A más de un siglo de aquellas primeras protestas, el 8 de marzo sigue siendo una jornada de justicia y reivindicación para las mujeres en todo el mundo.
Este año, en distintas ciudades del país se llevarán a cabo movilizaciones y actos en conmemoración del Día Internacional de la Mujer con consignas que se oponen a las políticas del gobierno del presidente Javier Milei. En Buenos Aires, la concentración de colectivos como Ni Una Menos se realizará en Plaza de Mayo, a las 16:00 en Sáenz Peña y Avenida de Mayo, según la convocatoria de organizaciones feministas como Ahora que sí nos ven.
En La Plata, la marcha tendrá como punto de encuentro Plaza Moreno, en 12 y 51, desde las 15:00, con el acto central programado para las 16:30. En Rosario, el acto se realizará a las 17:00 en Plaza San Martín, desde donde partirá una única movilización por la calle San Lorenzo hacia el Parque Nacional a la Bandera. Además, este jueves 6 de marzo, la Asamblea Lesbotransfeminista brindará una conferencia de prensa a las 17:30 para comunicar los últimos detalles del evento. En Paraná, la Asamblea Participativa de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries de la ciudad marchará el sábado 9 de marzo desde las 18:00 en la Plaza 1° de Mayo. En Resistencia, la concentración será a las 17:30 en el Hospital Perrando, para partir a las 18:00 hacia la Plaza 25 de Mayo, bajo la consigna: “Las Trabajadoras Defendemos la Patria. Contra el saqueo, el hambre y la crueldad”. En Santiago del Estero, el 8 de marzo se realizará un evento oficial en el Centro de Convenciones Fórum, organizado por el Ministerio de Justicia de la provincia, a través de la Secretaría de Derechos Humanos y la Dirección de Género, desde las 18:00.
En Mendoza, el colectivo Ni Una Menos convoca a un acto en Plaza Italia desde las 8:30, mientras que el viernes 7 de marzo abrirá con entrada gratuita la muestra 8M y Disidencias en el Espacio Contemporáneo de Arte Sur Enrique Sobisch, en San Rafael. En Bariloche, la cita es a las 17:00 en la intersección de Onelli y Brown, desde donde partirá la marcha hacia el Centro Cívico, donde se leerá un documento alusivo. En Neuquén, la movilización comenzará a las 18:30 en el Monumento a San Martín, con un acto de apertura, lectura de documentos y el cierre en el Espacio Intercultural Graciela Alonso. En Viedma, distintas agrupaciones anunciaron que la concentración será a las 17:30 en el puente nuevo, frente al puesto de Tránsito, del lado de Carmen de Patagones. Finalmente, en Jujuy, bajo la consigna “Por un 8 de marzo antifascista, antimisógino y antiracista, ni un paso atrás en nuestros derechos”, la Multisectorial de Mujeres y Disidencias marchará el viernes 7 de marzo, desde las 17:30 en la Plaza Belgrano.















