







En el último año, cerraron 16.000 kioscos en todo el país, a un ritmo de 43 por día. La Unión de Kiosqueros atribuye la crisis a la caída de las ventas, la competencia desleal y la falta de regulación, impactando directamente en la economía familiar.


La recesión económica en Argentina se manifiesta con crudeza en el cierre masivo de los kioscos, un emblema de la vida barrial. En el último año, 16.000 locales bajaron sus persianas, lo que equivale a la preocupante cifra de 43 cierres por día. Este dato, confirmado por la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), evidencia que el sector ha caído por debajo de los 100.000 locales activos por primera vez en la historia reciente.
Ernesto Acuña, vicepresidente de UKRA, describió un panorama desolador: "El kiosco es como la postal de una ciudad, de un pueblo, pero están cerrando por varias razones. La principal es la recesión que se está viviendo desde hace tiempo", afirmó en diálogo con Radio Rivadavia.
Ventas en picada y competencia desleal, los principales problemas
El informe del sector detalla las múltiples causas que alimentan la crisis:
Caída del consumo: la baja en las ventas es drástica. "Se vende menos, mucho menos. No hay plata", sentenció Acuña. El sector registró un descenso del 40% en las ventas en los últimos dos años, con una merma del 30% al 35% solo en bebidas durante el último verano.
Competencia desleal: Acuña denunció la proliferación de grandes cadenas "sin control estatal" y la venta de productos tradicionales de kiosco en otros rubros. "Productos que antes se encontraban solo en un kiosco, hoy los ves en farmacias con golosinas, supermercados chinos con cigarrillos o verdulerías con heladeras que venden bebidas", explicó.
Impacto en el empleo: según un relevamiento, la cantidad de kioscos activos cayó de 112.000 a 96.000 en un año, lo que representa una pérdida del 14% de los comercios y un duro golpe para el empleo y las economías familiares.
El referente de los kiosqueros también se refirió a la especulación de precios que se intensifica en periodos de incertidumbre política, afirmando que "siempre hay especulación, el dólar se dispara y los precios aumentan".

















