“Vamos….vamos…todos a los aviones que los chilenos están a punto de atacarnos”. Los pilotos corren raudamente hasta la pista de la Base Aérea de Río Gallegos ese 25 de mayo de 1978, cuando la posibilidad de la guerra arreciaba.
Un acto cómico, en su momento, lejos de la política, logra incrustarse en el lenguaje de los argentinos de entonces, al punto que la sociedad comienza a utilizar la frase como muletilla ante cualquier situación que no tenga una explicación evidente: "deben ser los gorilas, deben ser"