La asamblea de ATEN Capital definió un nuevo paro por 72 horas durante la próxima semana. Resta conocer la decisión que tomará el pleno del gremio a nivel provincial. La pérdida de días de clases para los neuquinos y neuquinas se va transformando en una constante. No solo el derecho a la educación de chicos y chicas se ve afectada en forma directa, familias enteras organizan sus trabajos y actividades al ritmo de las asambleas del sindicato. Aunque la adhesión es baja, sólo el 24 por ciento de los docentes se sumó a la medida durante la última jornada, el problema afecta a muchos. Sin embargo, las consignas que esgrime la dirigencia sindical son cada vez menos nítidas, cambiantes y generales. Se impone la pregunta ¿Qué quiere realmente ATEN? ¿Qué hay detrás de los consecutivos llamados al paro?
Las últimas paritarias parecían haber cerrado como un buen acuerdo para el gremio. De hecho, obtuvo la actualización salarial trimestral ajustada por inflación, la recuperación del Fondo Nacional Docente (del cual se hizo cargo el Estado provincial tras la suspensión nacional de las transferencias), un plan de obra pública sin precedentes para el sistema educativo y el considerable aumento en las partidas presupuestarias de comedor, refrigerio, gastos generales que alcanza 281 por ciento en lo que va del año. La situación no es ideal ¿para quién lo es? Otros sectores de la sociedad, del propio Estado, e incluso docentes de otras provincias argentinas observan el “caso Neuquén” como un acuerdo positivo para la comunidad educativa. El “Programa de becas Gregorio Álvarez”, un ítem que no fue solicitado por la dirigencia sindical, está también en marcha en la provincia. La iniciativa logra que empresas petroleras aporten millonarias transferencias directas a la educación pública y alcanza hoy a más de trece mil beneficiarios.
Dulce ironía. El reinicio de las medidas de fuerza impulsadas por el gobierno tras el receso invernal tiene su origen en la sanción de una ley que ofrece más ingresos y nunca menos para los docentes. No afecta salarios, no reduce ingresos ni derechos a quienes no adhieran al plus. “Protestan porque les ofrecen ganar más” resumió una madre indignada durante una charla informal. El colmo de la ironía llega en las últimas convocatorias al paro dispuesto por las asambleas. La ley de incentivo que motivó la primera protesta desapareció de las consignas oficiales comunicadas por el gremio. Solo veintinueve docentes de un total de veintiocho mil renunciaron voluntariamente al plus y la legitimidad del reclamo implosionó.
En este marco gana sentido la pregunta ¿Qué quiere realmente ATEN? La moción ganadora en la última asamblea de ATEN Capital ofrece un marco de referencia. Repudio a la visita de Milei, anulación de las causas por desvío de fondos que enfrentan las organizaciones sociales, no al impuesto a las ganancias, abajo el descuento de los días no trabajados por paro, no a la declaración de la educación como servicio esencial y renuncia de la ministra Soledad Martínez. Al listado de consignas se suman la aparición con vida de Luciana Muñóz y justicia por Silvia Cabañares. Por nobles y bienintencionadas, las consignas de la mayor parte de las mociones votadas por los militantes de ATEN tiene poca o nula relación con la situación del sistema educativo provincial. Muchas de las reivindicaciones buscadas apuntan a la jurisdicción nacional, el modelo económico libertario o causas pertenecientes al ámbito del poder judicial. Lo cierto, es que la nómina de objetivos describe una plataforma político partidaria ajena a la esencia misma de las organizaciones sindicales. De allí que muchos observen la existencia de una disputa interna que vuelve inconfesable la verdadera naturaleza de las consignas y el paro.
El próximo año se discute la conducción del gremio docente neuquino. El mecanismo tradicional para recabar adhesiones dentro del activismo político de la izquierda tradicional, es demostrar firmeza frente a la patronal, en este caso el Estado. Una lógica que explica el “endurecimiento” de las posiciones, la ideologización discursiva y también, en contraste, el alejamiento de la mayor parte de los decentes no militantes reflejado en la baja adhesión de las medidas.
Se trata de una disputa de poder. Una pulseada política que cobra sentido a los ojos de la militancia en el interior de las organizaciones político-sindicales de izquierda, aunque carece de razonabilidad para el conjunto social, la comunidad de madres y padres, y para la mayor parte de los docentes de la comunidad educativa. Es difícil de digerir que el presente y el futuro de los jóvenes neuquinos se encuentra a merced de tensiones políticas que deberían resolverse en otro plano: el proceso electoral al que se someten todos los partidos políticos cada dos y cuatro años. Un terreno hostil para la dirigencia que conduce el sindicato docente en la provincia. Tal vez esté allí, en la izquierda buscando atajos a los mecanismos democráticos establecidos, el lugar en el cual debemos buscar explicación a un paro sin sentido. Un paro que posterga, una vez más, la posibilidad de igualación social que la educación debería ofrecerles a los que menos tienen.