En una decisión que ha generado controversia, el Gobierno anunció el retiro de Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a "profundas diferencias" sobre la gestión sanitaria durante la pandemia de COVID-19 y el impacto financiero de ser miembro del organismo. Esta medida, anunciada por el vocero presidencial Manuel Adorni, busca darle al país mayor flexibilidad para implementar políticas sanitarias adaptadas a sus necesidades.
Sin embargo, la salida de Argentina de la OMS tiene varias consecuencias preocupantes. En primer lugar, el país perderá acceso al fondo rotatorio y estratégico que permite ahorrar en la compra de tecnologías e insumos sanitarios. Además, se verá afectado el estatus de Centros Colaboradores en prestigiosos laboratorios como el Instituto Nacional de Cálculo Científico (INCUCAI) y el Instituto Malbrán, lo que podría debilitar la calidad de las prácticas sanitarias nacionales.
Otra consecuencia importante es la pérdida de apoyo técnico y financiero en la implementación y sostenimiento de estrategias de promoción de la salud, así como en la respuesta a emergencias sanitarias. La falta de cooperación internacional podría dificultar el acceso a vacunas, medicamentos y equipos esenciales, especialmente en situaciones de desastres naturales.
Desde la comunidad médica, la decisión ha sido recibida con preocupación. Los profesionales de la salud alertan sobre el impacto negativo que podría tener en la capacidad del país para enfrentar futuras pandemias y emergencias sanitarias. La ministra de Salud de Santa Fe, Silvia Ciancio, destacó que retirarse de la OMS "no es apropiado" y podría complicar la cooperación en políticas sanitarias a nivel global.
En resumen, aunque el Gobierno argumenta que la salida de la OMS le dará mayor independencia y flexibilidad, las consecuencias para la salud pública y la capacidad del país para enfrentar emergencias sanitarias son significativas y preocupantes
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