







Con agenda renovada, el gobernador de la provincia, Rolando Figueroa, recorre el interior. Durante una gira por Zapala, Plaza Huincul y localidades del norte, firmó convenios y anunció nuevas inversiones en distintas obras. “El gas, primero para los neuquinos”, reiteró el mandatario comprometiendo la llegada del servicio a Guañacos, Los Miches y Las Ovejas. Una iniciativa que ya tuvo sus avances en Añelo y que forma parte de las pruebas tangibles que el oficialismo presenta en torno a una de las máximas que le dan identidad: “la neuquinidad”.


El amor por Neuquén y la defensa de sus intereses es una consigna que acompaña a la historia misma de la provincia desde tiempos fundacionales. El nuevo oficialismo la asume como esencia de su proyecto y pretende traducirla en políticas públicas concretas con resultados palpables para la población. Se trata de la etapa de “redistribución” de los recursos de Vaca Muerta. La producción petrolera marcó un nuevo récord esta semana, los ingresos de la región prometen un crecimiento sostenido en el futuro inmediato y la ecuación política solo necesita que la ciudadanía lo note en su vida cotidiana. De allí que la infraestructura, tangible por excelencia, ocupe un lugar central en la agenda del gobierno.
Bajo el proceso de regionalización que ordena prioridades, “educación, salud y seguridad” ocupan el podio de prioridades. Fue el jefe de gabinete y mentor central de la estrategia neuquinizante, Juan Luis “Pepé” Ousset, el encargado de actualizar la visión del gobierno: “Estoy seguro de que en cuatro años esta provincia va a ser totalmente distinta”, pronosticó sin descuidar el sentido que el gobierno quiere darle a la oportunidad. “La definición de los ejes centrales de la gestión tiene que ver con los pilares que fueron señalados por la ciudadanía”, remarcó.
La relación entre productividad económica-intereses de los neuquinos explica buena parte de las intervenciones públicas del propio gobernador. En Houston, frente a los actuales y potenciales inversores de la industria hidrocarburífera, Figueroa insistió en la “sustentabilidad social” y “la responsabilidad generacional” como aspectos innegociables de cualquier desembarco de capitales en la provincia. Toda una novedad. Hasta diciembre último, cualquier exigencia a las firmas internacionales era considerada una mala estrategia que podría espantar dólares frescos. Hoy, las empresas petroleras pagan becas para la educación de los que menos tienen, aportan en infraestructura vial y mantendrán, vía peaje, el estado de las estratégicas rutas que utiliza el sector para la explotación del recurso.
Pero nada de ello puede lograrse con un Estado holgazán, sin el compromiso de los funcionarios o tergiversado por la corrupción. Tal vez esta última advertencia motivó el encuentro en el espacio Duam que Figueroa llevó adelante el último jueves. La convocatoria fue para toda la planta política. Y si bien el mandatario explicó a sus colaboradores que no se piden “fichas partidarias” ni “voto seguro”, exigió el compromiso de quienes detentan cargos por designación política. Se supone que están allí por compartir los ejes del gobierno del cual forman parte.
“Lo que sigue es redistribuir los recursos hacia donde tienen que ir”, reafirmó el gobernador ante más de un centenar de funcionarios. Pidió compromiso y desvinculó en vivo y en directo a un designado político del área de infraestructura que no quería ser molestado para reuniones de esta naturaleza. El nivel de exigencia que el gobernador ejerce sobre sus funcionarios es conocido en los pasillos de la política neuquina y denota la necesidad que el primer mandatario observa en la vieja inercia con la que heredó la conducción del Estado. Despabilar todos los días a la planta política se convirtió en parte de su vida cotidiana y la puesta en común que realizó esta semana confirmó ese objetivo diario.
Pero más allá del rumbo, la redistribución y la construcción de abajo hacia arriba de las políticas públicas, existe otra preocupación en la mesa chica de la coalición gobernante: la corrupción. Los oficialismos suelen asumir su rol con una actitud defensiva frente a esa práctica tristemente arraigada en la función pública. El lugar del querellante fue siempre ocupado por la oposición. La novedad en la materia la aportó Figueroa cuando resumió “coima cero” como el nuevo criterio de la gestión pública neuquina. Quien esté en cosas raras “no solo se quedará sin cargo, sino que lo llevaré hasta la justicia”, detalló con énfasis. Un oficialismo que ofrece la lucha contra la corrupción entre sus objetivos centrales, es una pretensión de cambio sin antecedentes en los gobiernos neuquinos.
Los vectores están a la vista. El “Neuquén pos Vaca Muerta”, a los ojos de la gesta neuquinizante que destronó al Movimiento Popular Neuquino del poder, pretende una provincia “más justa”, un Estado ordenado para “redistribuir oportunidades” y una gestión proactiva y transparente. Son las intenciones que se desprenden de cada intervención pública del primer mandatario provincial. Lo resume ante empresarios, intendentes y hacia adentro de la enredada estructura estatal que administra el día a día de los recursos públicos. “La neuquinidad como bandera” busca llegar robusta a su próximo desafío electoral, del cual todavía no se habla, que deberá enfrentar las intenciones libertarias de extender sus zonas de influencia hacia todo el territorio nacional.













