Un estudio confirma que los niños corren riesgos de contraer gripe grave si no son vacunados en forma oportuna
Actualidad24/09/2024Un estudio sin precedentes realizado en instituciones de referencia de Argentina expuso una realidad preocupante: más del 60% de los menores de 5 años hospitalizados por influenza padecen comorbilidades, lo que amplifica el riesgo de complicaciones severas. A pesar de que la vacunación antigripal es gratuita y obligatoria —al menos para los bebés de entre 6 meses y 24 meses—, solo poco más del 30% de estos niños internados había recibido la vacuna, lo que deja a un grupo muy importante, y vulnerable, frente a una amenaza que podría evitarse.
De acuerdo con el estudio, el 63% de los niños hospitalizados a causa de cuadros de gripe presentaban enfermedades de base como asma, obesidad o inmunosupresión, y solo el 30% de ellos había recibido la vacuna antigripal. La doctora Ángela Gentile (MN 49908), infectóloga pediatra, Jefa del Departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la Ciudad de Buenos Aires, presentó estos datos durante el último Flu Forum, encuentro anual de actualización científica que reúne a los principales expertos del país.
Las tasas de hospitalización fueron especialmente elevadas en los menores de dos años y en los que no completaron el esquema de dos dosis, lo que refuerza la necesidad de mejorar la vacunación oportuna antes del inicio de la circulación del virus.
“Tenemos que seguir trabajando para instalar la importancia de la prevención porque los chicos se hospitalizan y mueren por influenza”, advirtió la prestigiosa experta la influencia de la gripe en los niños . “La percepción de riesgo sobre el impacto de la influenza y otras enfermedades se pierde cuando hay otras urgencias pero de hecho, en pediatría, en los grupos con comorbilidades, tenemos más mortalidad por influenza que por virus sincicial respiratorio”, afirmó.
Solo poco más del 30% de los niños internados había recibido la vacuna antigripal
Según los datos para todas las edades informados por el Boletín Epidemiológico Nacional (BEN) 721 del 16 de septiembre, entre las semanas epidemiológicas 1 y 35 de 2024 (última de agosto), se registraron en Argentina un total de 854.324 casos de Enfermedad Tipo Influenza (ETI).
El documento señaló también que, “en las primeras 36 semanas de 2024, se notificó el fallecimiento de 167 personas con diagnóstico de influenza”, una cifra superior a la totalidad reportada en todo 2023, que fue de 106 víctimas mortales por la enfermedad. En los casos de gripe registrados este año, la mayoría fueron de Influenza A (91,3%) y los restantes fueron de Influenza B.
El análisis desarrollado por expertos argentinos abarcó el antes y el después de la pandemia por COVID-19, y dejó al desnudo un cambio en el comportamiento de ese virus respiratorio.
En este marco de peligro que representa esa enfermedad, especialmente para los niños, los datos de vacunación pediátrica contra la gripe enfrentan importantes desafíos, como la baja cobertura de la segunda dosis y la falta de vacunación oportuna antes de la circulación del virus.
De acuerdo con la información del mismo estudio argentino, solo el 31% de los niños de entre 6 y 24 meses, considerados el grupo de mayor riesgo, recibieron las dos dosis necesarias para una protección adecuada. Los especialistas advierten que la influenza afecta la salud de los niños, pero también contribuye a la transmisión del virus en sus hogares, escuelas y otros espacios comunes, donde los más pequeños se convierten en transmisores principales y pueden contagiar a personas vulnerables, como ancianos o pacientes con enfermedades crónicas.
“Sabemos que incluso en los casos en los que la vacunación no evita la enfermedad, la evidencia demuestra que reduce la gravedad de la infección, haciendo más leve sus consecuencias, disminuyendo la mortalidad y el uso de recursos sanitarios”, explicó, por su parte, el doctor José Montes (MN 86.431), médico infectólogo y director médico de CSL Seqirus para Argentina y Latinoamérica.
Siguiendo el mismo trabajo, entre 2018 y 2023, se registraron 5.838 casos de infecciones respiratorias agudas bajas (IRAB) en pacientes pediátricos hospitalizados. De estos, se realizó una prueba diagnóstica en el 96,6% de los pacientes, 66,4% de los cuales dio positivo para detección viral.
El virus respiratorio sincitial (VRS) fue el patógeno más frecuente en estos niños, seguido por la influenza, que mostró patrones estacionales similares a los años previos, aunque con algunas excepciones en la pospandemia.
La mayoría de los pacientes con influenza eran niños menores de cinco años, con un 81% de los 354 casos de gripe registrados en ese grupo de edad. Además, el 63% de estos niños presentaba comorbilidades como asma, enfermedades cardíacas o inmunodepresión, lo que aumentó su riesgo de complicaciones severas. La letalidad por influenza A fue mayor que por otros virus, ya que alcanzó un 1,86% frente al 0,15% por VRS. En cuanto a la gravedad de los casos, el 14,1% de los niños hospitalizados con influenza requirieron ingresar a la unidad de cuidados intensivos.
En la alta incidencia de comorbilidades en los casos graves de influenza se basa la importancia de identificar a los grupos de riesgo y asegurar su acceso a la vacunación y tratamientos preventivos, en especial durante los picos de circulación viral. Esta población aún es la más vulnerable a los efectos graves de la infección.
La influenza tiene un impacto desproporcionado en los niños con comorbilidades, un grupo que incluye a pacientes con asma, obesidad, enfermedades neurológicas o inmunodepresión. El estudio multicéntrico se llevó a cabo en cinco instituciones de referencia de Argentina:
1. Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez (Ciudad de Buenos Aires)
2. Hospital Nacional “Prof. Alejandro Posadas” (Provincia de Buenos Aires)
3. Hospital de Niños Víctor J. Vilela (Rosario)
4. Hospital Pediátrico “Fernando Barreyro” (Posadas)
5. Hospital Pediátrico Dr. Humberto Notti (Mendoza)
Alli, los autores observaron a personas menores de 18 años hospitalizados por infecciones respiratorias agudas bajas (IRAB) y gripe. De estos, la mayoría de los casos de influenza (81%) afectaron a niños menores de 5 años, con una media de edad de 9,5 meses.
Como se mencionó, más del 60% de los niños hospitalizados con influenza presentaban una condición médica subyacente, lo que los coloca en un riesgo elevado de desarrollar complicaciones severas. Estos niños, que ya cuentan con una mayor susceptibilidad debido a sus condiciones preexistentes, enfrentan tasas de hospitalización más altas y un riesgo de mortalidad superior al promedio.
La protección contra la influenza para los grupos vulnerables es crucial para evitar la progresión de la enfermedad a estadios más graves. Además, el riesgo no solo reside en la hospitalización, sino también en las secuelas que pueden generar episodios graves de influenza en estos pacientes.
A pesar de que la vacuna contra la influenza es gratuita y obligatoria para los grupos de riesgo en Argentina, las tasas de cobertura vacunal en niños pequeños siguen siendo alarmantemente bajas. El estudio reveló que solo el 31% de los pequeños de entre 6 y 24 meses —incluidos en el Calendario Nacional de Vacunación— recibió las dos dosis recomendadas, un dato particularmente preocupante dado que esta población es una de las más susceptibles a las complicaciones graves.
La baja percepción de riesgo y la falta de urgencia en la vacunación oportuna son dos de los principales factores que contribuyen a las bajas tasas de inmunización en esa etapa. La doctora Gentile destacó la importancia de mejorar la cobertura vacunal en este grupo. “El dato de cobertura de vacunación antigripal en pediatría no marca la realidad del riesgo. Las últimas coberturas registradas son del 76% en primera dosis y 64% la segunda, pero refieren a las dosis aplicadas en todo el año y no indican si se vacunó oportunamente antes que empiece a circular el virus de la influenza en los meses de marzo, abril o mayo. Los datos registrados en hospitalizaciones responden a que no estamos vacunando oportunamente”, indicó.
A pesar de los esfuerzos por aumentar la cobertura en los niños, la implementación efectiva de la vacunación contra la influenza enfrenta varios escollos en Argentina. Uno de los más importantes es la administración de la segunda dosis en los niños pequeños, que es fundamental para asegurar una protección completa. Sin embargo, los datos sugieren que muchos niños no completan este esquema de vacunación.
La doctora Gentile hizo hincapié en la importancia de administrar las dos dosis requeridas con un intervalo de 4 semanas en aquellos niños que se vacunan por primera vez. “La cobertura es baja en la segunda dosis y completar este esquema inicial es un gran desafío”, señaló la experta.
El dato es relevante si se tiene en cuenta que las respuestas de anticuerpos a las infecciones por influenza en la primera infancia se recordarán más adelante al exponerse a cepas virales antigénicamente distintas del mismo virus por lo que es clave ese primer contacto con el virus de la gripe que debe ser con una vacuna y no con el virus salvaje, y con inoculantes capaces de otorgar una importante “huella inmunológica” inicial para respuestas protectoras futuras contra una variedad de cepas de influenza estacionales y pandémicas.
Esto se conoce en su término en inglés como “immunoimprinting”, un concepto que describió por primera vez el virólogo y epidemiólogo estadounidense Thomas Francis Jr. en 1960 (bajo el nombre de “pecado original antigénico”), al estudiar la respuesta del organismo frente a la vacunación antigripal y da cuenta de que la huella inmunológica dejada por el primer contacto con el virus, determina la futura respuesta frente a cepas similares.
La doctora Gentile destacó la necesidad de desarrollar campañas de concienciación más efectivas para asegurar que los padres comprendan la importancia de este paso. El intervalo de cuatro semanas entre la primera y la segunda dosis debe respetarse para garantizar la efectividad de la vacuna, ya que los anticuerpos se generan plenamente solo después de la segunda dosis.
Además, la vacunación oportuna es otro reto importante, ya que muchos niños no reciben la vacuna antes de que el virus comience a circular en los meses de marzo, abril y mayo. Esto limita la capacidad de la vacuna para prevenir las complicaciones graves e incrementa el número de hospitalizaciones.
Los datos del estudio argentino muestran que la vacunación infantil también puede proporcionar una protección indirecta o “de rebaño” a otros miembros de la familia y la comunidad que no están vacunados. Esto se debe a que los niños vacunados tienen menos probabilidades de contraer y transmitir el virus. Además, la vacunación puede disminuir los casos de ausentismo escolar y reducir la carga sobre los sistemas de salud.
Antes de la pandemia de COVID-19, la influenza seguía su curso con una precisión casi inmutable, prevaleciendo durante los inviernos del hemisferio sur. Pero la llegada del SARS-CoV-2 rompió ese orden y desató dinámicas virales impredecibles que desafiaron las expectativas en los años siguientes. En 2022, como un eco de lo imprevisto, el virus mostró un doble golpe en su avance, con picos inusuales que irrumpieron tanto en el verano como en la primavera, trastocando el ritmo conocido.
Así, la pandemia de COVID-19 ha alterado profundamente la epidemiología de los virus respiratorios, incluidos los que no están relacionados con el SARS-CoV-2, como los de la gripe. El estudio realizado en Argentina comparó los periodos pre y post-pandemia y reveló cambios importantes en la estacionalidad y prevalencia de la influenza y otros virus respiratorios en los niños.
En 2022, por ejemplo, la influenza mostró un patrón bimodal inusual, con un primer pico tardío en verano (entre las semanas epidemiológicas 9 y 14) y un segundo pico en primavera (semanas 38 a 45). Este comportamiento atípico no se observó en los años previos a la pandemia, cuando la circulación del virus se concentraba mayoritariamente en los meses invernales. La co-circulación de influenza A y B en el segundo pico de 2022 fue otra característica distintiva del periodo post-pandemia.
La doctora Gentile subrayó que este cambio en la estacionalidad refleja la alteración en los patrones de transmisión viral tras el impacto del COVID-19, lo que hace más difícil predecir la circulación de estos virus y, por lo tanto, organizar campañas de vacunación.
El estudio mostró, además, que las tasas de detección de influenza fueron más bajas en los primeros meses tras la pandemia, debido probablemente a las medidas de confinamiento y distanciamiento social, que también redujeron la circulación de otros virus respiratorios. No obstante, con el regreso a la normalidad, la influenza volvió a repuntar, aunque de manera menos predecible.
Este cambio en los patrones de transmisión y estacionalidad de la influenza resalta la urgencia de revisar las estrategias de prevención, además de la planificación de las campañas de vacunación, para responder a las nuevas realidades de circulación viral.