







Un terremoto de magnitud 7,7 sacudió Myanmar el viernes pasado, provocando una gran tragedia en la región. El epicentro se ubicó en la ciudad de Sagaing, en el centro del país, y su poca profundidad intensificó los efectos del sismo en la superficie, donde viven millones de personas. Esta réplica también llegó a Tailandia, que sufrió casi al mismo nivel.


No solo el sismo fue devastador, sino que, posteriormente, se sintió una réplica de 6,4 en la escala de Richter, que perjudicó aún más los daños en toda la zona afectada de Birmania y causó el temor en toda la población. El último informe indica que se registraron un mínimo de 1.600 muertos y más de 3.400 heridos a poco más de 24 horas que inició este temblor en pleno Myanmar.
El impacto no solo se sintió en Myanmar y Tailandia, sino que también golpeó al sur de China, alarmando a la población en ciudades como Bangkok y Kunming. En la capital administrativa de Myanmar, Naypyidaw, se reportaron numerosos daños estructurales, y la infraestructura de varias regiones quedó seriamente afectada, con edificios que colapsaron por completo. Lo mismo ocurrió en el país tailandés, donde la Oficina Estatal de Auditoría se desplomó por completo, lo que llevó a la primera ministra Paetongtarn Shinawatra a ordenar una investigación para determinar si hubo fallas en la construcción del edificio.
Las labores de rescate avanzan con dificultad debido a la destrucción de caminos y hospitales, mientras que la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCAH) advirtió que las principales rutas, como la autopista Rangún-Naipyidó-Mandalay, presentan grietas y deformaciones en la superficie. Esto ha obligado a interrumpir el tránsito de vehículos, dificultando la ayuda humanitaria a Myanmar.
A medida que pasan las horas, crece la preocupación por el impacto del terremoto en una región que ya enfrenta dificultades económicas y políticas desde hace años. La comunidad internacional ha comenzado a movilizarse para enviar ayuda, pero la magnitud de la catástrofe aún está por definirse, especialmente en el país dirigido por Min Aun Hlaing.
La guerra civil que perjudica aún más a Myanmar
Birmania tiene la particularidad de que, en 2021, comenzó una guerra civil que hoy en día complica aún más la reconstrucción del país. El jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Birmania, Min Aun Hlaing, fue quien lo encabezó y logró su cometido de quedarse con el mando del país.
Así lograron que dimita el presidente del Consejo Administrativo del Estado de Birmania, la liberación de algunos funcionarios detenidos y que se reconozcan los resultados de las elecciones de 2020.













