







La actividad petrolera vinculada a Vaca Muerta volvió a quedar bajo la lupa luego de que el Observatorio de Sismicidad Inducida informara tres nuevos temblores detectados en el norte neuquino. Los movimientos, registrados por el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES) entre el 18 y el 20 de noviembre, elevaron a 86 el total de sismos asociados a operaciones durante 2025, un número que supera ampliamente los registros de años anteriores.


El organismo señaló que estos eventos se suman a una tendencia que se viene intensificando a medida que avanzan los trabajos en Vaca Muerta, especialmente en áreas donde la actividad de fractura hidráulica es sostenida. En este caso, los movimientos ocurrieron a unos 40 kilómetros de Rincón de los Sauces y están vinculados a las tareas que Chevron Argentina SRL desarrolla en el bloque El Trapial, uno de los que más actividad tuvo este año.
Los tres sismos se registraron en un lapso de apenas 48 horas. El primero ocurrió el martes 18, a las 11:03, con una magnitud de 2,5 en la escala de Richter y a 5 kilómetros de profundidad. El segundo se produjo el miércoles 19, a las 21:16, también de 2,5 puntos pero a 10 kilómetros. El más intenso llegó en los primeros minutos del jueves 20, con una magnitud de 2,8 y una profundidad estimada de 8 kilómetros. Aunque ninguno generó daños en superficie, todos quedaron asociados a etapas de fractura en curso.
El Observatorio de Sismicidad Inducida remarcó que 2025 ya es el año con más sismos registrados desde el inicio del desarrollo masivo en la región. Solo desde septiembre se superó el récord histórico que marcaba 2023, cuando se habían contabilizado 67 eventos. El salto hasta los actuales 86 temblores es interpretado como un reflejo directo de la intensificación del fracking, especialmente en áreas donde la roca tiene mayor respuesta sísmica.
Los especialistas explican que los llamados sismos inducidos son movimientos del subsuelo que se generan por la acción humana. En el caso del fracking, surgen por la inyección de fluidos a alta presión para fracturar la roca y liberar petróleo o gas. Aunque no suelen tener magnitudes elevadas, su frecuencia se volvió un indicador cada vez más observado, tanto por organismos técnicos como por los municipios cercanos a las áreas operativas.
La actividad en torno a la formación también motivó un seguimiento más detallado por parte de organismos provinciales y nacionales. La presencia de grandes operadoras, como Chevron, alimenta un ritmo de perforación elevado que explica parte del crecimiento productivo de Vaca Muerta, pero también impulsa un monitoreo permanente para evaluar impactos.
El Observatorio de Sismicidad Inducida confirmó que seguirá publicando reportes periódicos y ampliará la red de seguimiento en zonas donde se espera mayor actividad. El objetivo es contar con datos precisos que permitan entender cómo evoluciona la sismicidad vinculada al desarrollo no convencional, un desafío que crece a medida que la producción de Vaca Muerta se expande.




























