







La madrugada del miércoles sacudió a Vaca Muerta. Un sismo de 2.5 grados en la escala de Richter se registró en la zona de Añelo, epicentro de la actividad petrolera en Neuquén. El movimiento fue leve, pero no pasó desapercibido.


El Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES) informó que el sismo se produjo a las 4:17 de la mañana, a una profundidad de 7 kilómetros. El epicentro se ubicó a casi 100 kilómetros al noroeste de Neuquén capital, dentro del área de influencia de Vaca Muerta.
Si bien este tipo de movimientos no son inusuales en la región, sobre todo en localidades cercanas como Sauzal Bonito, donde se detectan frecuencias similares, cada evento reactiva las alertas y las preguntas sobre el impacto de la actividad extractiva en la zona.
Este evento se suma a una serie de sismos registrados en la región en los últimos años. Según el Observatorio de Sismicidad Inducida, desde fines de 2018 se han contabilizado cerca de 500 sismos en Vaca Muerta, muchos de los cuales están asociados a actividades de fractura hidráulica, o fracking, utilizadas en la extracción de hidrocarburos.
Investigaciones previas han vinculado directamente estas operaciones con la sismicidad inducida en la zona, generando preocupación entre las comunidades locales y expertos en sismología.
La comunidad de Sauzal Bonito ha experimentado varios de estos movimientos telúricos en el pasado, algunos de mayor magnitud. Por ejemplo, en febrero de 2025, se registró un sismo de 3,9 en la escala de Richter en la misma área, lo que generó inquietud entre los habitantes y llevó a cuestionamientos sobre el impacto de las actividades hidrocarburíferas en la estabilidad geológica de la región.
Es importante destacar que, aunque estos sismos han sido de magnitudes relativamente bajas, la frecuencia y recurrencia de los mismos han generado preocupación en las comunidades afectadas. La relación entre la actividad de fracking y la sismicidad inducida sigue siendo un tema de debate.













