Desde esta semana, Neuquén, Córdoba, Rosario, Mendoza, Salta, Tucumán, Catamarca, Tres de Febrero, Pilar y Escobar, se han hermanado en una cruzada a favor de la inteligencia artificial, la nueva y luminosa promesa de futuro. “Una herramienta que analiza la información y permite a las computadoras, aprender y tomar decisiones a partir de datos”, según detalla el parte de prensa.
La iniciativa se presenta oficialmente como una oportunidad de modernización. La pregunta, tal vez, es qué significa modernizar. No es tan evidente. Incluso, no siempre es tan deseable. Por ejemplo, derribar un edificio histórico para levantar una inmensa torre monitoreada con inteligencia artificial puede ser algo moderno, pero no un avance.
Una de nuestras socias, Escobar, quizás sirva de ejemplo. La inteligencia artificial avanza tan rápido allí, que si usted está estrellado, no se va a enterar. Las ranas, los grillos y las mariposas, tampoco; el progreso se los llevó puestos. Es que Escobar tiene mucho empuje. Tanto que es casi prepotente.
Su intendente, sin ir más lejos, el bueno de Ariel Sujarchuk es, decididamente, un peronista de carácter. Si será así que, esta semana, la muy moderna ciudad de Buenos Aires apareció tapizada de Afiches con su rostro y esta leyenda: “Voy a comprar armas para proteger a mis vecinos”. Parece que el futuro viene a lo John Wayne… Qué lindo. De aquí en más, los machos alfa correrán bajo Windows. Eso sí, con la nariz un poco crecida, porque convengamos que Arielito no va a comprar nada; en todo caso, lo harán con sus tasas e impuestos sus vecinas y vecinos.
Conozco a uno de ellos, se llama Miguel y sabe montar un alazán. Afilador, herrero, criollazo y buena gente. El hombre vive sobre la calle Santa Fe, que ahora es asfaltada. Viera que cosa el progreso, Santa Fe se ha vuelto un ir y venir de autos y camionetas 4x4, entre ligero y rápido. Sin veredas, la calle Santa Fe es toda de los coches. ¿La gente de a caballo, los ciclistas y los peatones cabrán en la ciudad del futuro? Las computadoras o decidirán nada al respecto. Sin centro de cómputos, Don Miguel bien sabe que calidad de vida no es cantidad de cosas. Pero las máquinas vienen sordas, últimamente... Así las cosas, Escobar seguirá siendo el partido de los countries fantásticos con marinas privadas, tanto como del trabajo informal y mal pago, y la infancia con hambre.
¿Y por casa? ¿Cómo andamos? Los riquísimos yacimientos neuquinos generan una formidable cantidad de energía que, sin embargo, no alcanza para terminar con la pobreza. Cuatro de cada diez familias de nuestra ciudad son pobres. Ciertamente el promedio resulta favorable respecto de la media nacional (seis de cada diez). En cualquier caso, la inteligencia artificial, por sí misma, difícilmente vaya a generar una sociedad más humana. Escobar es el mejor mal ejemplo.